Teniendo conversaciones difíciles con los niños
En este artículo
Valla según la información que proporcione su hijo en la conversación
Cuando hable con los niños sobre temas difíciles, solo responda las preguntas que estén haciendo o corre el riesgo de generar más preocupación. No asuma que se dieron cuenta de todos los detalles o que quieren saber más. Por ejemplo, si su hijo presenció un accidente automovilístico, es posible que pregunte por las ambulancias pero no por las personas involucradas.
Con los niños más grandes, es posible que descubra que al principio no quieren hablar y eso está bien. Dígales que está ahí y disponible para cuando estén listos para hablar. Por supuesto, si está preocupado por su seguridad, sea sincero y hágale saber que la conversación no es opcional.
Preste atención y escuche
Si algo aterrador le sucede a su hijo, o en el mundo que lo rodea, probablemente tendrá preguntas. Si bien abordar un tema terrible puede ser intimidante las conversaciones sobre temas cotidianos pueden ser igualmente desafiantes. Independientemente del tema, es importante saber escuchar.
- Hacer contacto visual.
- Tome la conversación con calma.
- Repita lo que dicen sin juzgar ni interpretar.
- Comparta su empatía.
Si su hijo no quiere hablar, no lo presione. Hágale saber que vio las noticias (o escuchó lo que dijo su compañero de clase, etc.), que es realmente perturbador y que usted está ahí si quiere hablar de ello. Por otro lado, si una pregunta lo toma por sorpresa, está bien decir: "No estoy seguro. Déjame pensar sobre eso." (Solo asegúrese de hacer un seguimiento).
Reconozca los sentimientos de su hijo
Por mucho que desee aliviar el dolor de su hijo, trate de evitar comentarios que puedan minimizar sus sentimientos, como "todo estará bien" o "no te preocupe por eso", señala la terapeuta de Children's Healthcare of Atlanta Strong4Life Jody Baumstein, LCSW. "Cuando se ignoran los sentimientos de un niño, es posible que este piense que usted está diciendo que sus sentimientos no están bien. En ese caso, no volverán a compartir sus sentimientos. Tampoco ayudará a reducir su estrés”, dice Baumstein.
Aquí hay algunos ejemplos de cómo responder de manera que su hijo se sienta escuchado sin minimizar sus sentimientos:
- “Estás nervioso por ir a la escuela debido a todos los tiroteos en las noticias. Puedo imaginar que eso es realmente aterrador para ti”.
- “Te sentiste incómodo cuando tu compañero de clase te hizo un comentario desagradable. Eso suena realmente perturbador”.
- “Entiendo que estés triste por no haber sido invitado a la fiesta de cumpleaños. Es normal sentir tristeza cuando nos sentimos excluidos”.
Por qué no debería mentir sobre los temas difíciles
“Mentir puede causar mucho daño”, dice Baumstein. “Los niños son inteligentes. Si creen que no están obteniendo la información correcta de usted, la obtendrán en otro lugar. Y muchas veces, es mejor que venga de un adulto de confianza en lugar de sus amigos o una búsqueda en Internet.”
A continuación, se muestran algunas formas de aliviar los temores de los niños sin prometer que todo estará bien:
- Ayude a su hijo a estar consciente de lo que sucede en el momento. Por ejemplo: “No hay personas malas en la casa. No escuchamos ningún disparo. Estamos a salvo ahora mismo”.
- Hable sobre los protocolos de seguridad o revise su plan familiar en caso de una emergencia para asegurarle a su hijo que usted toma en serio sus preocupaciones.
- Enseñe estrategias de afrontamiento, como por ejemplo conectar su cuerpo y mente (enfocándose en sus 5 sentidos), imágenes guiadas (imaginando una escena relajante), respiración profunda, abrazar a una mascota o escribir en un diario.
"No siempre hay una palabra, o algo que pueda decir, que los consuele", dice Baumstein. “Puede decir: 'Eso también me hace sentir incómodo. No sé si eso va a pasar. Pero ahora mismo estamos bien, así que respiremos profundamente juntos y tratemos de calmarnos y prepararnos para la cama”.
Cuándo buscar ayuda profesional
Tener una conversación difícil con su hijo no siempre es suficiente. Si está preocupado por su hijo o nota alguno de los siguientes síntomas, puede ser el momento de buscar ayuda profesional:
- Pesadillas frecuentes
- Desánimo la mayor parte del tiempo
- Llanto persistente
- Preocupación excesiva
- Una regresión en el entrenamiento para ir al baño
- Miedos paralizantes (de subirse al carro, por ejemplo)
- Un reflejo de sobresalto agudo (es decir, muy nervioso)
La terapia puede ayudar incluso cuando todo va bien, así que no dude en pedirle a su pediatra un referido para un especialista de salud mental en cualquier momento.